julio 25, 2010

Eventos 4

Después de haber terminado la carta tomé el cuchillo y lo acerqué a mi garganta; respiré hondo y cerré los ojos buscando el valor para literalmente acabar con todo de un tajo, pero no pude lograrlo, la misma falta de determinación que me llevó a buscar un final así fue la que me detuvo apenas el tiempo suficiente para escribir esta especie de posdata.

Mientras vacilaba con el cuchillo en la garganta escuché que alguien tocaba la puerta pero no me importo, tomé otro respiro y de nuevo sonó la puerta, decidí ignorarla de nuevo pero escuché algo que me devolvió la cordura, quizá para algunos resulte extraño pero un maullido fue mi línea de vida cuando estaba en lo más profundo de la desesperación.

Metí de nuevo el cuchillo al cajón y fui a abrir la puerta y el shock causado por la sorpresa de cierta forma fue el equivalente al que hubiera recibido con un desfibrilador en la sala de urgencias; se trataba de la chica que ante me había visto buscando en la basura con la lengua afuera.

Esto era definitivamente algo que hacía que la luz regresara, gracias a la placa en el collar de mi gato pudieron regresarlo a casa, además de que el que hubiera estado perdido justificaba el que yo hubiera estado con media cara metida en un bote de basura; ya no solo dejaba de parecer un loco, además mi compañero estaba de regreso.

Después del lo que estaba viviendo se me hizo un poco raro el que dibujara una sonrisa tan amplia en mi rostro; sacudí la cabeza como queriéndome quitar de encima cualquier resto de suicida que quedara en mi y la invité a pasar. Le pregunté qué podía hacer para agradecerle por traer a casa al gato y de manera entre cómica y sarcástica dijo "podrías dejar de sonreír así, te ves más loco que con la lengua fuera".

Reímos un momento y sentí una tremenda paz en mi interior, creo que la risa es lo mejor que se le puede ofrecer a alguien que coqueteaba con la muerte.

Después de un rato de platicar e intercambiar números ella se despidió y yo me quedé con una sonrisa en la cara, con un sentimiento de satisfacción y tranquilidad; cuando la perdí de vista cerré la puerta y murmuré "una de sal por las que van de arena".

Me dejé caer en el sillón y mi gato saltó sobre mi regazo; mientras lo acariciaba le contaba lo que había pasado en los últimos días, él solo ronroneaba y de vez en cuando soltaba un maullido. A pesar de que solo había cambiado el hecho de que el gato regresara a casa lo demás también lucía diferente, como alumbrado por otra luz.

Y eso nos trae hasta este momento en el que, ya más tranquilo, he decidido afrontar mis problemas, ya no pienso en usar el cuchillo en mi y en lugar de tirarme a la depresión prefiero trabajar en algún proyecto que pueda salvar mi trabajo, no sé si sea aceptado o si tendré que buscar otro lugar para obtener mis ingresos, lo que sé es que tengo un largo camino por delante como sea que todo resulte.

Entonces, con tanto qué hacer y una nueva vida delante de mi, me despido.

Hasta luego.


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Fin de la historia. Gracias por leerla, ojalá la hayan disfrutado. =)

julio 22, 2010

Eventos 3

Cuando llegué a casa me fui directo a la cama, ni siquiera me cambié la ropa, simplemente me dejé caer de espaldas invadido por la tristeza y con ganas de llorar, me boté los zapatos con los pies y como diría la abuela, me hice bolita y me quedé dormido.

Desperté bajo las cobijas y abrazando una almohada, sintiéndome fatal y sin ganas de levantarme, por suerte ya era sábado y pude quedarme otro momento en cama. Cuando me levanté estaba en un estado como de zombie, a tal grado que serví la comida del gato, solo para recordar que se había ido; eso me hizo recordar los eventos sucedidos y dirigir la mirada hacia el cajón de los cubiertos.

Lo abrí con calma, casi de manera ceremonial, escudriñe con la mirada entre los cubiertos y finalmente encontré lo que buscaba: el cuchillo aserrado que traje de casa cuando me mudé. Qué mejor manera de acabar con todo esto que con un objeto que estuvo conmigo cuando decidí, según yo, liberarme.

Con el párrafo anterior ya deben haberse dado cuenta de lo que es esto, una carta suicida que explica los motivos de mi salida, quizá cobarde para algunos, pero a como van las cosas, probablemente de todas formas muera un día de estos de una manera poco natural.

Si a alguien hay que culpar debe ser a la suerte, a la vida, al neoliberalismo, a la falta de empleos, en fin, todo es culpa de este entorno cada vez más podrido y por qué no, de mi poco aguante y falta de determinación ante los eventos, pero la verdad es que nunca he sido necio y para seguir con una vida como esta la necedad parece algo necesario.

Habiendo dicho esto, me despido de aquellos a los que pueda interesarles.

Adios.


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Una disculpa por la tardanza. Los días han estado un poco atareados (o sea, sin inspiración) y además estuve lejos del internet por una semana, pero aquí está finalmente la tercera entrega.