noviembre 27, 2009

¿QUÉ SE SIENTE?


Siempre lo diste todo por hecho, nunca te preocupaste por buscar algo más, por mantenerme contigo, por reavivar el fuego; no es que necesitaras hacerlo, pero pudiste por lo menos hacer algo para no perderme, aunque estuvieras segura de que no pasaría.

La verdad no te importaba, tanto así que me dejaste solo, tan solo como te fue posible, tan solo como te permití dejarme, tan solo que no nada más me dejaste sino que te fuiste con otro.

Tampoco te importó lo que sentía ni escuchaste mis palabras, sólo estaba en tu mente lo que sientes por él y tu corazón latía sólo por él; te olvidaste de mi porque ya en tu vida únicamente cabía uno y no era yo.

Me dejaste a morir; solo; sin ti y sin mi; sin tu amor ni mi confianza.

Pero, ¿Qué crees?

No me morí.

Lloré y lloré mucho; mientras tu lo besabas a él mis labios sólo tocaban las pesadas gotas que salían de mis ojos; así se borraron las huellas de los tuyos.

Mientras tu lo abrazabas con fuerza y te colgabas de su cuello del mío sólo colgaban mis penas y mi cuerpo sintió frío y así recobró conciencia de sí mismo y se olvidó de ti, tomó conciencia de sí mismo sin ti.

Cuando tu pensabas en él planeando su próximo encuentro yo pensaba en ti recordando los nuestros y cuando llegué a los últimos vino a salvare mi autoestima y tu imagen en mi cabeza  fue cambiando y se hizo débil; mientras tu lo grababas en tu mente la mía te ponía con los recuerdos.

Al mismo tiempo mi corazón siguió latiendo cada vez más fuerte, ya sin las espinas que habías clavado en él para que no te olvidara, de nuevo mi corazón latía lleno de amor, no por ti, sino por la vida.

Y ahora pasado el tiempo me he vuelto a enamorar; mi mente está ocupada pensando en ella, generando detalles para que se enamore también de mi y mi corazón late contento porque por fin alguien lo aprecia.

Ahora dime, ¿Qué se siente cuando me ves con ella?

¿Qué se siente que te digan que nos vieron juntos?

¿Qué se siente tener la idea de que sea ella quien me bese?

¿Qué se siente saber que me le entrego, no como a ti, sino con más intensidad?

¿No te quema en la conciencia todo lo que hiciste?

Pero sobre todo dime, ¿Qué se siente saber que me perdiste para siempre?

noviembre 22, 2009

POR EL ESTÓMAGO


Ya no tendrás que insistir más, mi vida, las preguntas que me hacías ya no habrá que contestarlas de nuevo porque con esto estarás conmigo por siempre, tal y como lo deseaste, nuestros corazones estarán juntos para toda la vida.

Tu corazón y el mío ya son uno solo, nuestros latidos están más que sincronizados pues son el mismo, la misma sangre corre a través de ellos y el mismo calor los envuelve.

Ahora sabrás que te amo sin decir una sola palabra pues en cuanto venga el sentimiento en mi lo estarás sintiendo en ti; te llevaré conmigo a todos lados, dormiremos juntos y despertaremos en el mismo sitio.
Ya nada podrá separarnos, ya eres parte de mi, como siempre quisiste, eres mía y de nadie más, he cumplido tus deseos, cómo siempre lo quisiste.

¿Quién iba a pensar que esa frase que repetiste antes de empezar la noche sería tan cierta?

“Al corazón de un hombre se llega por su estómago”

Desde hoy serás parte de mi.

Te amo mi vida, realmente me encantas, eres simplemente deliciosa.


noviembre 17, 2009

GOTAS


Ese goteo es insoportable, no lleva ahí más de dos minutos, pero no puedo soportarlo, es desesperante; al principio era un chorro, un ruido continuo que me hacía sentir más cerca de lo que buscaba, pero ahora se ha transformado en espesas gotas que se estrellan contra el suelo, y que aunque prometan que falta poco ya no las aguanto.

Ese ruido y el de las manecillas del reloj van a volverme loco antes de llegar; esos asíncronos sonidos rebotan en las paredes de mi habitación y entran en mi cabeza formando ecos que hacen más grande el mareo que empiezo a sentir.

¡Maldición, déjenme en paz!

Escucho pasos que se acercan y una voz detrás de la puerta me pregunta si todo está bien; con lo que me queda de voz digo que sí; los pasos se alejan y de nuevo estoy solo.

La luz se vuelve más tenue, el goteo es cada vez más lento y el sonido del reloj se oye lejano; el viaje está a punto de terminar, pronto tendré la oportunidad de empezar de nuevo.

Las fuerzas me abandonan y mis manos se abren dejando caer mi boleto a la otra vida; el eco de un metálico sonido llega a mis oídos; las luces se apagan; el goteo ha desaparecido.

Al fin llegué.


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NOTA: Sigo rescatando cosas viejitas, esta es de julio del 2005

noviembre 16, 2009

Ausencia


El ruido hueco de la explosión a través del brillante cañón sigue resonando en mi cabeza como el eco del sonido que produce la vida cuando se despide.

El aire se siente fresco en la cara, y unos cuantos cabellos despeinados le hacen cosquillas a mi frente, y aunque mis ojos están cerrados se que el suelo está cada vez más cerca.

Pongo las rodillas en el duro piso de mármol, siento como todo se detiene por un rato, no hay sonidos, todo está tranquilo; de pronto, el sonido de una gota carmesí manchando el pálido suelo rompe el silencio y es entonces cuando empiezo a sentir un poco de arrepentimiento.

Sigo cayendo. Mis brazos están a los lados de mi cuerpo, con una nota empapada de roja vida en la mano izquierda, y en la derecha mi 9mm, que opaca su natural brillo con una mancha de mi vida.

Mi pecho toca el piso y después mi cara, el frío de la piedra empieza a recorrerme y el miedo entra a la habitación por debajo de la vieja puerta de encino que le da a la casa ese tan peculiar olor a maderas.

La antes blanca imagen del cuarto se pierde poco a poco mientras el mármol se baña de rojo y yo salgo de lo que pensaba que era yo.

Ahí estoy, tirado, besando el suelo; me observo con detenimiento y me siento triste por tener que abandonar mi ya pálido cuerpo, después de ser uno, hoy me despido.

No se a donde ir, tengo miedo, el antes iluminado cuarto se oscurece, convirtiendo en gris lo blanco, y la mancha carmesí ahora es negra; tengo frío y me siento solo.

La puerta se abre y una silueta se dibuja delante de la luz que alcanza a entrar a la habitación. Extiende la mano y solo la veo, levanta la mirada y siento que algo recorre mi columna; baja la mano, da la vuelta y se marcha dejando la puerta abierta a sus espaldas.

La luz se apaga, todo es gris de nuevo, incluyéndome; me asomo al espejo y no veo nada, no hay reflejo, ya no estoy, ya no…


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Nota: Este escrito no es nuevo, es del 2006 más o menos pero decidí rescatarlo del olvido, por aquellos que no lo habían leído. 

noviembre 14, 2009

ENSAYO DEL AMOR. Algunas Preguntas


¿Me conviene?

¿Le convengo?

Son preguntas que a menudo la gente se hace cuando está empezando a enamorarse o cuando alguien le gusta y considera “lanzarse” con esa persona que ha resultado ser más especial que los demás.

La palabra “conveniencia” es algo fuerte, casi siempre que la escucho es en cosas poco positivas como “fulano es un convenenciero” o “solo haces lo que te conviene”; de cierta forma todos entramos en esas categorías, porque ¿quién, a sabiendas de que algo no le conviene, va a hacerlo? Y sí, hay quien lo haga, yo mismo lo hice muchas veces, pero lo normal como humanos es buscar lo que nos conviene.

Como yo lo veo, el decir que algo o alguien me conviene se refiere a que ese algo o alguien le aporte algo positivo, desde mi punto de vista, a mi vida; si me conviene es que para mi es bueno en cualquier medida y ya muy personalmente creo que es  algo que me va a ayudar a aprender una lección, aunque no por eso todo me conviene.

El definir lo que conviene o no es algo ambiguo, entonces no me meteré mucho en ese, dejémoslo en que si es ”bueno” para mi en cualquier medida es entonces algo que me conviene. Si me hace feliz me conviene. Ahora que, también conviene pensar a futuro.

Específicamente en términos del amor, podemos decir que una persona que nos conviene es alguien que nos hará felices en cualquier medida, alguien con quien compartimos intereses y a quien nuestras diferencias nos unen más que separarnos, entre otras muchas cosas por supuesto; pero siendo que cuando nos enamoramos buscamos relaciones que duren entonces ampliamos el concepto y decimos que alguien que nos conviene es alguien que a corto y sobre todo a mediano y probablemente largo plazo nos “haga felices” y lo menciono entrecomillado porque una persona no nos “hace felices”, solo hace más intenso el sentimiento pues para poder estar plenamente en una relación uno debe haber sido feliz antes con uno mismo, nunca debemos basar nuestra felicidad en otra persona.

Como personas todo tenemos nuestras necesidades, las compartidas y las particulares, siendo las primeras las que todos tenemos, como por ejemplo, un abrazo, un beso, apoyo sentimental y todo eso que todos, o al menos la gran mayoría queremos satisfacer con una relación; y las segundas, las particulares, son esas necesidades que tiene cada persona.

Alguien que nos conviene es quien podrá cubrir nuestras necesidades compartidas de manera inmediata, es decir, que cuando se inicie la relación estas necesidades estarán cubiertas casi en su totalidad puesto que son necesidades que ambos tienen, es casi como decir “hazle a los otros lo que quieras que te hagan”, son cosas de alguna manera básicas a satisfacer en una relación y que se cumplen casi sin pensarlo, son cosas que ofrecemos a la otra persona porque así lo sentimos.

Cumplir estas necesidades básicas es como tener un programa precargado que de una forma casi instintiva nos dice que debemos hacer, es una clara forma de aplicar la empatía.

Las necesidades particulares casi siempre toman más tiempo en ser satisfechas, esto porque al ser cosas específicas para cada persona deben ser descifradas algunas y otras más ocultas, por decirlo de alguna forma, deben ser expresadas por la otra persona, lo cual suele provocar conflictos pues a veces la pareja se siente insatisfecha en algún aspecto pero como dice el dicho, “a quien no habla dios no lo oye”, pero no es nada que no se arregle con ese elemento básico de las relaciones: la comunicación.

Pero alguien que nos conviene no solo se conforma con cumplir las necesidades básicas y específicas, sino que siempre  busca ir más allá, no en cuando a crear nuevas necesidades, eso sería acarrear al amor a un sistema consumista, no, se busca rebasar los límites en cuanto a la forma de satisfacer las necesidades y dar un extra, esos detalles que lo hacen a uno sentirse más pleno.

Podría seguir dando ejemplos de todo lo que tiene una persona que nos conviene pero sería en vano ya que cada persona es conciente de lo que la hace feliz y lo que no, pero sí mencionaré algo que quizá pocos han pensado.

Alguien que nos conviene no es solo quien nos “sube a una nube”, también debe poder hacer otras cosas, ayudarnos a ser concientes de la realidad y no me refiero a que destruya los sueños o acabe no el romanticismo, me refiero a que nos ayude a crecer como personas en más sentidos que el sentimental, que tenga el valor cívico y la manera correcta de indicarnos que hacemos algo mal, no con el fin de criticar o buscar cambiar forzosamente a la persona, simplemente se hacen este tipo de observaciones para ayudar a nuestra pareja a darse cuenta de sus áreas de oportunidad y que ella misma decida lo que sigue.

Para no confundir mucho, me refiero a que alguien que nos conviene es una persona que no solo tiene amor por montones sino que también tiene lo necesario para ayudarnos a madurar y a crecer personalmente. Cuando esto se logra viene también un efecto secundario del que nadie se puede quejar: la pareja crece al parejo de las personas.

Al hacer una especie de análisis de la otra persona para ver si cumple con los aspectos antes mencionados podemos responder la pregunta “¿me conviene?”, quizá no tan a fondo pues seguramente habrá detalles que se me escapen, pero por lo menos nos da un panorama amplio sobre que tanto nos conviene alguien de pareja.

Ahora, ¿cómo respondemos a la otra pregunta?

Realmente para esta no hay una respuesta concreta, podemos aplicar el análisis ya mencionado en nosotros mismos y ver si podemos cumplir las necesidades compartidas de la otra persona y tratar de imaginar hasta donde llegaríamos para cumplir las necesidades particulares, examinarnos para ver que tan maduros somos como para ayudar a alguien a crecer, pero con todo esto solo nos conoceríamos mejor y sabríamos solamente lo que somos capaces de ofrecer.

¿Por qué no podemos responder esa pregunta? Simple y sencillamente porque no somos la otra persona y uno de los errores más grandes y comunes es tomar ese tipo de decisiones por la otra persona. Podemos tener una idea de las necesidades que tiene el otro, pero nunca sabremos a ciencia cierta lo que le conviene a la otra persona, eso es algo muy particular que cada quien sabe de sí mismo.

Preguntarse si le convenimos a otra persona entonces es algo que no debe hacerse pues nos lleva a conclusiones equivocadas y dolorosas, podemos llegar a decir que sí le somos convenientes pero si la otra persona no lo ve así nos podemos sentir ofendidos y hasta resentidos, o se puede dar que creamos que no le somos convenientes y entonces detenemos nuestros intentos de estar con alguien aunque nos estemos muriendo de ganas por estar.

Entonces debemos sacar de nuestras mentes esa pregunta y cambiarla por la siguiente: ¿Qué puedo ofrecerle?

Esa pregunta la podemos responder, no fácilmente, pero al menos es más difícil que lleguemos a conclusiones erradas que nos lleven a malentendidos o nos eviten vivir algo que pudo ser maravilloso.
Y es aquí donde viene lo interesante y que tiene que ver con algo que mencioné en los primero párrafos: para empezar una relación uno ya debe ser feliz; no siempre sucede y en el proceso de la relación se logra ese aprendizaje, pero es lo ideal para lograr algo más grande.

Lo que pasa es que, una persona que ha logrado ser feliz sin necesitar de factores externos para serlo ha pasado por un proceso de crecimiento personal que es necesario para saber lo que podemos ofrecer ya que para entonces se habrá adquirido la facilidad de ver nuestras fortalezas sin llegar a ser narcisistas o exagerados, esto es, nos volvemos más sinceros con nosotros mismos.

Entonces vemos finalmente que podemos analizar si alguien nos conviene y que es lo que podemos ofrecer y teniendo estas respuestas en mente ya podemos considerar el empezar o no una relación y al decir esto espero ya tengan una idea de lo siguiente que mencionaré; piénsenlo antes de seguir leyendo.

Las respuestas a las dos preguntas por si solas no ayudan en mucho, nos ayudan realmente a conocernos; el momento en que se vuelve útiles es cuando ambos consideran empezar una relación y como dicen algunos “están en pláticas” e incluso desde antes en el proceso de “ligue”, mostrándole a esa persona especial que también somos especiales y tenemos cosas interesantes para ofreces que tal vez le convengan.

Finalmente, el orden que a mi parecer es el más lógico es, primero preguntarse “¿qué tengo para ofrecer?” y ya con esta respuesta podemos empezar el acercamiento y lograr que la otra persona se interese y decida mostrarnos también lo que tiene para ofrecer y entonces, ya con esos datos de la otra persona entonces podemos hacernos la siguiente pregunta, “¿me conviene alguien así?”.

Y en todo el proceso no hay que olvidar que no debemos poner pensamientos en la otra persona, es decir, no debemos adelantar conclusiones y tampoco debemos menospreciarnos, todos tenemos algo que ofrecer, incluso la oportunidad de crecer juntos suele ser una oferta tentadora u hay que recordar que estas preguntas son una especie de herramienta que nos puede ayudar a aclarar nuestra mente, pero no hay que olvidar que en estas situaciones es el corazón el que suele tomar la última palabra.

noviembre 11, 2009

Reclamo

Luna...  regrésame lo que te llevaste!!!!

Realmente necesito esa energía, ahora me la paso cabizbajo, creo que hasta estoy triste, por favor, ya regrésame la vitalidad que te llevaste y que escondiste en tu lado oscuro.

Ya no estés celosa, pero es que a ti te veo cada mes y pues, la coincidencia de aquel día malamente fue en uno de los tuyos, pero aunque me haya emocionado aquel encuentro sabes que eres la que manda.

Por favor, regrésame ya mis sueños.