junio 27, 2010

Eventos 1

¿Cómo empezar este relato? Con lo más obvio, una queja; ¿contra qué o quién? ¡Contra todos!

Estos días han sido una basura, completamente, es como si la mala suerte de meses decidiera de pronto hacerse presente, como si hubiera estado preparándose para llegar de pronto a atacarme con todas sus fuerzas.

Pasó como escuché una vez en la televisión "las baterías son las primeras en morir", todo empezó cuando las baterías de mi reloj despertador decidieron morir, así sin más, sin avisar, en la noche el reloj funcionaba a la perfección y de pronto en la mañana estaba muerto.

Pudo haberme dado igual, no era la primera vez que pasaba, solo que casualmente ese día tenía que estar temprano en el trabajo; obviamente no pude lograrlo, un retraso de 20 minutos al despertarme se transformó en un retraso de una hora en mi llegada a la oficina, lo que se transformó en lo que los jóvenes de ahora llaman "epic fail".

El levantarme tan tarde me hizo empezar mi día de manera abrupta, lo cual provocó que al hacer todo a la carrera me saliera mal: me bañé con agua helada, desayuné media taza de café frío, al salir pisé la bandeja de agua del gato y tuve que regresar a cambiarme pantalón, calcetines, zapatos y cinturón; esto último repercutió en que no alcanzara el autobús y tuviera que esperar 10 minutos a que pasara el siguiente, ya que además el día anterior había olvidado la cartera en la oficina no tenía presupuesto para un taxi.

Ya en el camión intenté relajarme un poco para llegar concentrado al trabajo; fue imposible.

El conductor, como si lo hiciera propósito, subió el volumen de su ruido, porque esos versos infernales no pueden ser llamados música, canciones misóginas con ritmos repetitivos hasta el cansancio, en verdad nunca supe dónde terminaba una "canción" y comenzaba la otra; además, como si este viaje fuera un cliché, abordó una señora con un bebé que no paraba de llorar.

No recuerdo haberme sentido tan aliviado al bajar del autobús; por desgracia el gusto no me duró.

Al entrar a la oficina me dijeron que el jefe estaba en junta con los otros tres que competían conmigo por el puesto; un sudor frío recorrió mis espalda hasta que la secretaria del manda más me dijo que no tuviera miedo y tenía razón, nunca había llegado tarde antes, al menos no como hoy.

Me senté en mi escritorio y empecé a trabajar en los asuntos del día; la junta terminó y no recibí ninguna llamada de atención, solo un comentario del jefe al final del día diciéndome que no llegara tarde al día siguiente. Los compañeros se veían tranquilos, quizá los de recursos humanos lo pensaron mejor y no es necesario el recorte de personal.

El regreso a casa fue tranquilo, incluso pude dormir un momento en el autobús.

Ahora sí, con baterías nuevas y una alarma de respaldo nada podía salir mal al día siguiente; con ese pensamiento me fui a la cama esa noche.

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Nota del autor (yo jeje)

Este es el primero de una serie de relatos (no sé cuantos) que estoy improvisando para una amiga que de una u otra forma siempre ha estado ahí desde que nos conocimos. Ella sabe quien es así que no diré nombres. Enjoy ;-)


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