junio 29, 2010

Eventos 2

Al día siguiente escuché entre sueños el sonido de la primera alarma y me levanté de inmediato; tomé la ropa que elegí la noche anterior y me vestí, desayuné apropiadamente y alimenté al gato, todo iba sobre ruedas. Llegué a la parada del autobús a tiempo y éste no solo estaba en silencio, sino que además estaba limpio, esto debía ser una buena señal.

Entré a la oficina y noté que era el primero en llegar, me senté frente a mi escritorio y me dispuse a empezar el trabajo del día; 10 minutos más tarde llegaron los compañeros con los que competía, cada uno con una carpeta y una sonrisa sospechosa al saludarme, se sentó cada quien en su lugar y empezaron a trabajar.

Todo iba perfecto, incluso tuve la oportunidad de levantarme por un vaso de café y aunque me quemé tremendamente la lengua  todo seguía tranquilo.

Quizá demasiado...

El jefe salió de su oficina y me llamó junto con los otros tres, eso no me preocupó hasta que dijo esas palabras que me hicieron sudar frío "y traigan sus proyectos". ¿Proyectos? ¿Cuáles proyectos? Ahora todo tenía sentido, las carpetas, las sonrisas, esos malditos no me avisaron que debíamos llevar un proyecto desarrollado y no los culpo, los tiempos no están como para fraternizar con el enemigo.

Mientras ellos presentaban sus proyectos yo sudaba como si estuviera en un sauna, no tenía un proyecto, vaya, no tenía ni siquiera un tema para improvisar algo; todo estaba perdido, era hora de buscar un nuevo empleo.

Salí destrozado de esa oficina, sin la más mínima esperanza de seguir trabajando ahí. Terminé el trabajo del día y regresé a casa, solo para darme cuenta de que mi gato no estaba. Salí a buscarlo pero no lo encontré por ningún lado, pregunté a todos en el edificio y nadie lo había visto.

Estaba casi desempleado y preocupado por mi gato, solo faltaba que un perro me orinara y eso hubiera sido mejor que el ridículo que hice; mientras caminaba buscando al gato sacaba la lengua de vez en cuando porque me molestaba gracias a mi quemadura con el café, fue entonces que la vi, era una chica linda con una hermosa sonrisa, volteó a verme y yo ahí, con la lengua afuera asomándome en un bote de basura buscando al gato. Ella soltó una risilla y siguió con su camino, yo quería pararme frente a un camión.

Dos horas después fracaso rotundo, nada de gato, depresión por el trabajo y apenado por la chica. Regresar a la casa era triste, estaría solo y pensando en lo difícil que sería encontrar otro empleo, quizá hasta tendría que ir a vivir con mis padres un tiempo para no gastarme lo de la renta en el tiempo que tardara en encontrar algo.

Solo me eché a andar, así sin más, quería estar solo y evitar pensar en tantas cosas que seguramente me llevarían a tener de nuevo pensamientos suicidas; caminé cerca de una hora hasta que estuvo oscuro decidí regresar a casa, para como iban las cosas seguramente acabaría acuchillado en una esquina y pensar en pagar la cuenta del hospital me deprimía más.

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Segunda parte de esta historia improvisada; ojalá vaya bien la narrativa, porque la vida del tipo va de la versh jeje

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