noviembre 01, 2010

MI PRISA


La noche transcurre lenta, no sé si más o menos que las anteriores, pero va despacio, como si tuviera miedo de ver un nuevo día; no entiendo por que lo hace, ¿de verdad la noche está asustada del nuevo día? o ¿será que ésta noche está cansada? ¿estará simplemente tomándose su tiempo?

La verdad es que, quizá la noche esté transcurriendo de manera normal y soy yo el que, queriendo avanzar rápido hago parecer lenta la noche; ésta aparente lentitud es el reflejo de mi prisa, ni más ni menos; es la consecuencia de las muchas ganas que tengo de que acabe.

Es una noche fría, lo sé por los cristales empañados más que por lo que siento, me he distraído en pensar en… tantas cosas.

Y aún así, entre tanto pensamiento el reloj se niega a caminar más rápido de lo que se le ha permitido andar sin perder la veracidad de su existir; no lo culpo, cada quien a su trabajo, él marca el tiempo y yo, yo espero.

Soy un cazador de momentos. Me quedo quieto escuchando a la vida pasar, mirando atento para no perderme lo importante, lo relevante, aunque, no siempre le parece a todo que lo que observo sea lo que importa, al menos no lo que a sus ojos es importante.

Poco avanza el reloj, pero ya no importa, he encontrado algo para pasar el rato. Con cada segundo llega el toque de una nota que susurra mi guitarra. Un error, aberrante sonido, lo corrijo, apenas han pasado dos segundos y la noche me pide que me rinda, le sonrío apenas y sigo con lo mismo.

La noche intenta seducirme, quiere que claudique en mis intentos de acelerarla; debería rendirse, aún cubriéndolo todo con su manto no logra darse cuenta de una cosa, no ha visto que mi musa me acompaña y me da el valor para mantenerme despierto.

Mi Musa, aquella mujer que me llena de emociones y me colma la cabeza con pensamientos de poesía, pensamientos cariñosos, hasta melosos según algunos; pero no solo la tengo en la cabeza, si así fuera no presionaría a la noche para que apresurara sus pasos, no señor, ésta mujer, mi Musa, se ha venido a instalar, sin permiso y sin aviso, en mi corazón.

Desde ahí ha decidido controlar mis pensamientos y con su magia de mujer me hace creer que es posible lo imposible  y me da el valor para tratar de hacer que la noche corra y le ceda su lugar al día, porque es de día cuando puedo verla,  porque solo cuando esta noche se termine estaré más cerca del momento de sentirla en un abrazo.
Esos abrazos, no sabría describirlos, a lo mejor para quien llega a ser testigo podrían parecer normales, pero ¿cómo podrían ellos ver la magia? No pueden, la magia no se ve, se siente y yo la siento cuando nos acercamos. Es como esa fuerza magnética que nos enseñan a todos en la escuela y lo ilustran con imanes, esto es parecido, es una fuerza como magnética, invisible pero que sin embargo jala mi cuerpo en dirección hasta el de ella e inevitablemente llega aquel abrazo acompañado de sonrisas y taquicardias.

De pronto llega a mi una magnífica idea: visitar a ésta hermosa dama en sueños. Espléndido, si la noche no ha querido avanzar al ritmo de mis ganas de estar con ella, entonces mientras la extraño soñaré con ella.

Que la noche siga con su ritmo, su frío y su oscuridad, que mientras tanto yo soñaré con ella que me ilumina la vida y vuelve cálido mi corazón y hace a mi mente olvidar el sentido del tiempo.

Buenos días a la noche y buenas noches a mi amor. 

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