octubre 13, 2009

Visita inesperada

Hola.

¿Qué haces aquí?

¿Así me recibes? ¿Después de todo lo que pasamos juntos?

Sabes que no eres bien recibida, creí que lo habías entendido. Ya no soy el de antes, ya no tienes nada que hacer aquí.

Sé que no eres el mismo, pero aún así puedo visitarte de vez en cuando.

Claro, eres esa clase de invitados que llegan sin invitación y se quedan hasta que les dan ganas de irse… En ese caso, ¿Cuánto tiempo planeas quedarte?

Tiempo… ya sabes que a mi el tiempo me da igual, como sea, cuando estamos juntos pasa más lento, no te puedo responder, sería algo muy relativo, igual me quedo una semana, igual y un año.

No sé por que pregunté. Al menos no vienes de pesada como la última vez.

Es que acabo de llegar.

Ja, ese humor tuyo nunca va a pasar de moda. Ese sarcasmo tan de la vieja escuela y las bromas pesadas; son buenas, pero realmente no son algo que extrañe, créeme.

Entonces, ¿qué es lo que extrañas de mi?

No te extraño. Ya te dije, tu llegas sin invitación; no niego que alguna vez hayamos sido grandes amigos, hasta creo que estuve enamorado de ti; pero ya lo superé, ya no quiero verte.

Me necesitas. Sabes que conmigo puedes hablar de todo y siempre te escucho, de cierta forma nunca me fui.

¿Sabes? Creo que tienes razón, una pequeña visita de vez en cuando no es mala, unas palabras, alguna reflexión y te vas, así creo que podría soportarte de nuevo; pero, cuando decides quedarte tanto tiempo eres desesperante, sobre todo porque ya no tienes en donde quedarte, tu cuarto lo demolí con mis propias manos.

Eso es imposible.

No lo es, te lo dije, no soy el mismo, he aprendido muchas cosas.

¿Solo para que no volviera?

Sí.

¿Seguro? Sé que te equivocas.

¿Ahora eres una sabelotodo?

No, pero esto sí lo sé.

Te maldigo, me conoces tan bien… La verdad es que no era para que te fueras…

¿Entonces?

Seguramente ya lo sabes…

Sí. Pero quiero escucharte decirlo, es parte de tu aprendizaje, tienes que admitirlo, me encanta escuchar esas palabras.

No quería que te fueras para siempre, solo quería que tus visitas fueran agradables, a veces extraño como solo me contemplas y me escuchas y sin hablar me das las respuestas que busco; tu abrazo es frío pero reconfortante y el sonido de tu canto es lo mejor cuando quiero perderme del mundo. Pero cuando vienes con tus maletas me haces sentir un poco triste, incluso ahora y eso me resulta molesto, creí que te había superado pero al ver tus maletas me siento casi como antes y mi humor cambia. Te aprecio de verdad, lo sabes, pero no puedes quedarte.

Eres humano, es normal que te sientas así. A pesar de todo lo que has aprendido y lo que te he enseñado siempre va a haber un algo que te va a hacer despreciarme. Sé que cuando me quedo mucho tiempo soy despreciable, juego con tu mente, te recuerdo viejas heridas y me encanta enfriar los cuartos, pero así soy yo y no puedo hacer nada para evitarlo.

No vengas, es simple.

Sabes que eso es imposible, ¿Cómo no venir? Soy parte de la naturaleza. Cuando nadie más quiere estar llego yo sin falta; pero, no debes sufrir por mi, ya tienes la clave, me lo acabas de decir, ya lo entendiste, disfruta mis visitas.

Pero ya me cansé del frío, ya no quiero tus abrazos. Ya no quiero que susurres cosas en mi oído, ahora quiero escuchar otras voces, tengo ganas de sentir un aliento calido cerca de mi, ya sabes a lo que me refiero.

Me iré cuando me tenga que ir, ya lo sabes, no seas necio.

Entonces tendré que prepararte el sillón…

No es necesario, podemos compartir la cama.

Vaya ironía, la Soledad no quiere dormir sola…

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